Silenciar, archivar, salir

WhatsApp ha revolucionado en los últimos años la forma en que nos comunicamos y relacionamos con los demás. No es extraño hoy en día (al menos yo lo hago) referirte a tus distintos grupos de amigos por el nombre del grupo de WhatsApp que les engloba, y parece que empieza a existir una relación uno a uno entre un determinado grupo y su equivalente virtual (de WhatsApp).

Parece claro por lo tanto que debemos prestarle mucha atención a cómo nos relacionamos por este medio, ya que en muchos casos, supone la parte mayoritaria de la relación que tenemos con un gran número de personas, en algunos casos de círculos muy cercanos. En mi caso, por ejemplo, excluyendo a mi pareja y mis compañeros de trabajo, veo a mi círculo más cercano (familia y amigos íntimos) como mucho una vez a la semana, y sin embargo hablo con ellos por WhatsApp muchas más veces, en la mayoría de casos a diario.

Sin embargo, la comunicación por WhatsApp no es exactamente igual a la comunicación cara a cara, y tiene muchas diferencias propias del medio que la hacen diferente, y en muchos casos, mucho peor. No me refiero a la típica reflexión de que es mejor quedar para tomar un café que escribirse por el móvil, esto, si bien es obvio, no es en absoluto práctico. Me refiero más bien a como la comunicación por WhatsApp, esencialmente la de los grupos, puede derivar en determinadas circunstancias en la peor versión posible de cada uno de nosotros.

En concreto estoy hablando de los grupos de amigos compuesto en su mayoría (o en su totalidad) por hombres, donde, al menos en mi experiencia personal, se produce una deriva hacia lo más rancio y lamentable de cada uno de nosotros. Grupos compuestos por gente interesante, racional y sensata, que sin embargo reserva para WhatsApp su lado más machista, clasista y rancio. Creando un espacio donde la única discusión posible gira siempre entorno a temas banales (principalmente fútbol), y donde el machismo campa a sus anchas, repartido entre chistes, vídeos, fotos y comentarios.

Creo sinceramente que en estos grupos se genera una inercia muy negativa, que impulsa a cada uno a dar lo peor de sí mismo. Mediante la acción activa de unos, y la pasividad complaciente de otros, se acaba creando un espacio donde se producen y toleran situaciones que en otro contexto serían reprobadas. Bombardeos continuos de fotos donde se cosifica a la mujer, chistes e insultos homófonos y clasistas, y en general, la normalización de un comportamiento rancio y retrógrado. Y lo más triste, al menos en mi opinión, es que estos comportamientos se llevan a cabo por gente que no es así, sino que responde a una inercia creada dentro del grupo.

Para muchas personas los grupos de WhatsApp estructuran en su cabeza sus grupos de amigos y familiares, ordenándolos y dándoles cuerpo y nombre. Resulta muy preocupante que además, en algunas situaciones, moldeen también su pensamiento llevándolo hacia atrás, retrocediendo en temas en los que ha costado mucho avanzar en los últimos años y en los que queda mucho más por hacer.

Ahora la pregunta es, ¿tienes algún grupo de WhatsApp que identifiques con lo que estoy contando?, si es así, ¿qué papel tienes tú en ese grupo? Y sobre todo, ¿qué papel quieres tener?

Pongo aquí un enlace que trata el mismo tema, pero seguramente mejor: «Tetas y chistes machistas: el asqueroso mundo de los grupos de WhatsApp de tíos»

 


Añado aquí un debate producido en Facebook:

Ramón Flores A mí es que en este tema el wasap me parece sencillamente el medio.
Alberto Pozo Esteban El medio pone el contexto, y el contexto a veces cambia mucho el fondo. El mismo grupo de amigos, de lo que son a lo que es el grupo de WhatsApp, puede ser muy diferente, al menos en mi experiencia personal.
Ramón Flores Yo creo que las mismas personas en un entorno íntimo (sin ningún «intruso») hablan más o menos de lo mismo.
Alberto Pozo Esteban Sí, estoy de acuerdo que eso sea el 90%. Pero creo que habría que añadirle un par de cosas más, como la facilidad para compartir material que te llega por otros chats, o la diferencia que existe en las reacciones de los «pasivos». Cuando alguien escucha algo que le parece denigrante, se le nota en la cara, es muy sencillo notar su desaprobación inmediatamente. Mientras que en el caso de WhatsApp, lo más normal es que no te conteste, y por lo tanto no te llega nada de esa desaprobación, lo que lleva a mayor impunidad.
Ramón Flores Sobre el material de otros chats, es verdad, pero el machismo está ahí, con material o sin él. Y yo creo que el equivalente de los pasivos en el wasap es los pasivos en la charla. Que no dicen nada y pasan. Puede haber una pequeña gradación, como tú dices un diez por ciento de diferencia.
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